lunes, 1 de agosto de 2016

Corto sin final

Estaba sentado como de costumbre sobre mi cama, cuando a lo lejos escuché aquella melodía que siempre me hacía sonreir con lágrimas en los ojos; la cual sonaba tan suave que se parecía más a una nana que a una balada. Me levanté de la cama dispuesto a surcar el mar que me separaba de mi destino: el Gran Faro, el cual solo se usaba de prisión temporal para presos sentenciados a muerte...
Esta melancolía que me recorría todos los días venía de mi primer día en la prisión, en la que conocí al que siempre será mi mayor tesoro, Carol.
La Prostituta Sacialunas la llamaban; ya que era la mejor en su profesión y nadie que hubiera demandado sus servicios se había quejado de nada en absoluto.
"Es tan hermosa aun siendo solamente una prostituta..." pensé la primera vez que la vi, aunque eso solo fue el principio... 

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